Durante la etapa de inserción tanto a la función docente como directiva suelen presentarse contrastes entre las expectativas y preconcepciones de la nueva función con las responsabilidades y exigencias reales que se viven en la práctica cotidiana. De esta forma, las primeras experiencias se vuelven importantes en la construcción de la identidad profesional.

En esta etapa formativa, socializar con compañeros y contar con acompañamiento durante el ejercicio de la práctica posibilita una mejor integración a la cultura escolar, generando vínculos y cambios que fortalecen la identidad profesional.

La identidad profesional se configura por un entramado de actitudes, emociones, experiencias, saberes y conocimientos que se va enriqueciendo conforme se asumen nuevos roles en las comunidades escolares.

La identidad profesional se transforma continuamente a partir de las tensiones y negociaciones que surgen en los distintos espacios y momentos en los que se desarrolla la práctica. Esto permite reconocerse con los otros, desarrollar sentido de pertenencia, así como intercambiar saberes y experiencias para fomentar procesos de reflexión individual y colectiva que deriven en el fortalecimiento o transformación de la identidad profesional.

El proceso de construcción de la identidad profesional sucede a partir de comprender, dar sentido y reflexionar sobre la intención de nuestro quehacer, así como del contexto de la vida cotidiana en la escuela.

Reflexionemos:

• ¿Cómo entendía la profesión docente antes de empezar a ejercerla? ¿Qué significa para usted ser docente hoy en día? ¿Qué diferencias identifica?
• A partir de sus interacciones con el colectivo docente, ¿Cómo ha cambiado su concepción sobre lo que significa ser docente? ¿Qué personas, experiencias o concepciones considera que han reconfigurado su identidad profesional?

Lo invitamos a recapitular algunos eventos significativos que han influido en la construcción de su identidad profesional.